Abu Omar Yabir: en su recuerdo

Cuando Manuel Villar Gil se convirtió al Islam, eligió el nombre de Yabir para simbolizar su renacer. Yabir, que significa el algebrista, fue también el nombre del más grande de los alquimistas árabes, Yabir ibn Hayyan. Toda una declaración de intenciones que intensificaba su compromiso con una visión del mundo y con la alquimia (su gran pasión) y el detonante de una transformación que había comenzado en su adolescencia.

Hoy queremos contaros un trocito de la historia de Abu Omar Yabir, alquimista, amigo y Maestro de Álvaro Remiro.

¿Quién fue Abu Omar Yabir?

Su primer encuentro con la alquimia se produjo a los 15 años con la lectura de la obra de Fulcanelli titulada El misterio de las catedrales. Ese libro despertó en él una vocación que nunca abandonó y que desarrolló con toda la pasión de la que es capaz un hombre de naturaleza apasionada ya de por sí. Halló en la alquimia un camino repleto de espiritualidad y conocimiento apostando por los trabajos en la vía seca del propio Fulcanelli a través de sus obras y las de su discípulo Canseliet. Una vía caracterizada por el uso de los crisoles en los que se funden los metales sometidos a altas temperaturas dentro del atanor u horno alquímico. Una vía corta pero peligrosa por el posible riesgo de explosión, algo que no le fue ajeno. La elección de la vía seca y del hierro como materia prima, el metal de Marte, parecía encajar perfectamente con su carácter impulsivo, combativo, vehemente y nada metódico, que no pocas veces le granjeó grandes sinsabores.

La alquimia le abrió las puertas a todo un mundo que le fascinó. Su vínculo con la historia, en especial con la de al-Ándalus, su conexión con la filosofía natural y la medicina, y en general, el descubrimiento de la visión antigua que de las ciencias tuvieron en un pasado remoto y cercano nuestros antepasados, no hizo sino confirmarle que encaminaba sus pasos por donde debía.

El eje alquimia/al-Ándalus/medicina constituyó la base del gran proyecto profesional que marcó su vida. Fundó el laboratorio Sothis para la elaboración y venta de remedios espagíricos y alquímicos. Se dedicó con denodado interés a la difusión de los saberes espagíricos y alquímicos a través de la escuela Al-Madrasa impartiendo cursos teóricos y prácticos durante años. Esta labor didáctica le permitió expandir su espagiria renovada a nivel nacional e internacional. El tercer pilar de su gran sueño, que no pudo ni iniciar, consistía en la publicación de libros traducidos principalmente del árabe dedicados a las prácticas herméticas (alquimia y espagiria, magia y astrología). Deseaba que todo el mundo interesado tuviese acceso a la información sin cortapisas y sin secretos.

Sus estudios en Filología Semítica le permitieron acceder a textos que le proporcionaron una percepción profunda de su amada Andalucía y de la época de al-Ándalus que tanto admiraba.

Su interés por la medicina le era connatural ya que provenía de una familia con una larga tradición de médicos, entre ellos su padre, que ejerció como oftalmólogo. Eso le condujo a matricularse en la carrera de Medicina en la que cursó varios años sin llegar a terminarla. La medicina en la que creía y la medicina oficial eran muy difíciles de conciliar. Optó entonces por obtener el título de Heilpraktiker que le permitía tener su propia consulta privada.

Su dedicación a la rehabilitación y renovación de la espagiria fue realmente encomiable. Veía con claridad la necesidad de recuperar una medicina natural de tradición occidental y actualizarla sin salirse del paradigma que la había visto nacer y desarrollarse.

Ese paradigma comenzó a formarse principalmente en el mundo greco-egipcio. Tras la caída de la Edad Antigua fue enriquecido y transmitido sobre todo por árabes y andalusíes, llegando a occidente para impregnar la vida cultural y científica de Europa, donde continuó creciendo hasta que llegó su declive en el siglo XVII.  Este paradigma estaba asentado sobre una cosmología, unas leyes naturales y una idea de naturaleza que no convencían al nuevo método científico que terminó por imponerse junto al nuevo paradigma en el que se ampara.

La importancia del paradigma

Para Yabir el paradigma era importante. En el caso de la espagiria le preocupaba que su transmisión actual se hiciese adulterando sus fundamentos o vaciandola de contenido, para adaptarla así a las demandas de nuestra sociedad actual poco dada a preocuparse por los detalles metodológicos, históricos o filosóficos que la rodean.

Su propuesta fue la de renovar la espagiria y la alquimia sin traicionar la tradición valiéndose de elementos y fórmulas consustanciales a su naturaleza. Naturalmente en su pensamiento y en su actuar la palabra tradición no equivalía a anquilosamiento, sino a una evolución congruente con su esencia.

No faltaremos a la verdad si decimos que Yabir era un gran partidario de la tecnología y que disfrutaba poniéndose al día de los adelantos científicos, escrutando qué podía sacar de ellos para ampliar sus conocimientos y su práctica operativa.

Entre las teorías renovadoras e innovadoras que explicó en sus cursos, y que quedaron reflejadas en su obra póstuma “Criterium Naturae”: epítome de chemicina y espagiria”, podemos citar la acuñación del término Kemicina o Chemicina para denominar su propuesta de sanación, y la recuperación de la idea de que el espagirista o Kémico debía imitar al Hakim andalusí o médico filósofo.

La kemicina recibe su nombre del país de Kemi, con el que los antiguos egipcios se referían a su tierra, garante y propulsora de muchos saberes y misterios como la propia alquimia y de una amplia visión de la espiritualidad humana y los distintos planos del ser.

El hakim en árabe es el sabio, un sabio que vislumbra el conocimiento bajo la idea de una cosmovisión única, en la que todo lo que está vivo está relacionado entre sí y en la que tiene cabida lo que se ve y lo invisible. Donde el hombre es un ser compuesto por un cuerpo y alma que interactúan y somatizan el uno en el otro, y viceversa. El hakim es el médico filósofo que buscar restaurar la salud integral de la persona actuando en todos sus planos.

Yabir nació en Jaén el 29 de marzo de 1953, por lo que habría cumplido 59 años. Creo que me dejaría afirmar que, aunque natural de Jaén, su corazón pertenecía a Granada y su alma intemporal amaba Córdoba.

Si antes dijimos que poseía un carácter impulsivo, combativo y vehemente, pecaríamos de injusticia si concluyésemos este pequeño recuerdo a su memoria sin destacar que fue un hombre con una fe inquebrantable en Dios que confiaba en el poder de la razón. Dotado de una gran inteligencia y sagacidad, dedicó su vida a su pasión por el conocimiento y la alquimia. Si a eso le unimos su sentido del humor, la picardía de su mirada y su sonrisa cuando algo rondaba su mente, y su gran generosidad y bondad entre otras virtudes, estaremos describiendo una pequeña parte de ese Yabir al que tanto queremos.

Aunque nos dejó pronto somos muchos los que guardamos de él un recuerdo imborrable.

Gracias por ser un gran amigo y un gran Maestro.

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